preocupacion pas

Las PAS, la preocupación y la sobreprotección

Las PAS, tenemos una tendencia natural a la preocupación por nuestra gente cercana que nos puede llevar a  la sobreprotección

(Si deseas saber en qué consiste el rasgo PAS y si tú lo eres ACEDE AQUÍ:  PERSONAS ALTAMENTE SENSIBLES)

Tendemos a necesitar que todo esté bien y  que haya armonía

Si la humanidad en general vive en el mundo de la preocupación, esta tendencia es mucho más acusada en las PAS.  Tiene su lógica ya que somos muy empáticas.   Tenemos tanto impulso para  ayudar al otro  y esa tendencia al estrés y al pensamiento recurrente, que podemos con facilidad meternos en un bucle de preocupación por algo o alguien.  

Es una necesidad innata de que todo y todos estén bien.  Nos cuesta desconectar de los problemas de nuestra gente. 

 

Hace poco recibí a una PAS en sesión.  Comencé a explicarle el rasgo y  lo primero que me dijo fue: “Nunca puedo desconectar de los problemas de mi gente”.

Somos muy tendentes a preocuparnos por nuestra familia o personas más cercanas.   

La preocupación excesiva nos lleva a veces a descuidar nuestra vida mientras vivimos en estrés por las situaciones ajenas.   Y también podemos desarrollar una conducta totalmente desequilibrada: La sobreprotección.

Cuando sobreprotegemos queremos evitar que el otro sufra a toda costa.  Es una conducta totalmente excedida que se ha considerado totalmente normal, sobre todo, en los padres hacia sus hijos y, principalmente, en las madres.

Es importante que nos demos cuenta de que cada persona debe vivir sus propios retos y no debemos salvarlos de ello pues estaremos impidiéndoles que aprendan y evolucionen a traves de la experiencia.

Proteger SI, sobreproteger NO.

sobreproteccion

 

¿Realmente evitamos siempre que un bebé se caiga cuando aprende a caminar?

Normalmente cae muchas veces y esto es algo necesario. A través de ello aprende la distancia hasta el suelo y la manera de evitar caerse o tropezarse.  Lo hace mediante la experiencia.

Debemos aprender a vivir los problemas de nuestra gente cercana de la manera más equilibrada posible. 

Aunque siempre necesitamos que todos estén bien, es importante saber que la vida es así y que siempre ocurrirán cosas que nos harán conectar de nuevo con esa preocupación.

Hace poco recibí un wasap con este texto que refleja el proceso de una mujer que acaba entendiendo y practicando lo que te propongo.

Mi mama tenía muchos problemas. No dormía y se sentía agotada. Era irritable, gruñona y amargada. Siempre estaba enferma, hasta que un día, de pronto, ella cambió.

La situación estaba igual, pero ella era distinta.

Cierto día, mi papa le dijo:

– Amor, llevo tres meses buscando empleo y no he encontrado nada, voy a tomarme unas cervecitas con los amigos.

Mi mama le contestó:
– Está bien.

Mi hermano le dijo:
– Mamá, voy mal en todas las materias de la Universidad…

Mi mama le contestó:
– Está bien, ya te recuperarás, y si no lo haces, pues repites el semestre, pero tú pagas la matrícula.

Mi hermana le dijo:
– Mamá, choqué el carro.

Mi mama le contestó:
– Está bien hija, llévalo al taller, busca cómo pagar y mientras lo arreglan, movilízate en autobús o en el metro.

Su nuera le dijo:
– Suegra, vengo a pasar unos meses con ustedes.

Mi mama le contestó:
– Está bien, acomódate en el sillón de la sala y busca unas cobijas en el clóset.

Todos en casa de mi mamá nos reunimos preocupados al ver estas reacciones.

Sospechábamos que hubiese ido al médico y que le recetara unas pastillas de «me importa un carajo de 1000 mg»

Seguramente también estaría ingiriendo una sobredosis.

Propusimos entonces hacerle una «intervención» a mi mamá para alejarla de cualquier posible adicción que tuviera hacia algún medicamento anti-berrinches

Pero cuál no fue la sorpresa, cuando todos nos reunimos en torno a ella y mi mamá nos explicó:

«Me tomó mucho tiempo darme cuenta de que cada quien es responsable de su vida, me tomó años descubrir que mi angustia, mi mortificación, mi depresión, mi coraje, mi insomnio y mi estrés, no resolvían sus problemas sino que agravaban los míos.

Yo, no soy responsable de las acciones de los demás, pero sí soy responsable de las reacciones que yo exprese ante eso.

Por lo tanto, llegué a la conclusión de que mi deber para conmigo misma, es mantener la calma y dejar que cada quien resuelva lo que le corresponde.

He tomado cursos de yoga, de meditación, de milagros, de desarrollo humano, de higiene mental, de vibración y de programación neurolingüística, y en todos ellos, encontré un común denominador: finalmente todos conducen al mismo punto.

Y, es que yo sólo puedo tener injerencia sobre mí misma, ustedes tienen todos los recursos necesarios para resolver sus propias vidas.

Yo sólo podré darles mi consejo si acaso me lo piden y, de ustedes depende seguirlo o no.

Así que, de hoy en adelante, yo dejo de ser: el receptáculo de sus responsabilidades, el costal de sus culpas, la lavandera de sus remordimientos, la abogada de sus faltas, el muro de sus lamentos, la depositaria de sus deberes, quien resuelve sus problemas ó su llanta de repuesto para cumplir sus responsabilidades.
A partir de ahora, los declaro a todos adultos independientes y autosuficientes.

Todos en casa de mi mamá se quedaron mudos.

Desde ese día la familia comenzó a funcionar mejor, porque todos en la casa saben exactamente lo que les corresponde hacer.

Autor: ¡¡¡UNA MUJER FELIZ!!!

 

Si deseas aprender a equilibrar tu preocupación e incluso tu tendencia a sobreproteger te ayudo.

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